El año 2025 está siendo un período marcado por el optimismo por parte de los inversores. A pesar de la presencia de riesgos geopolíticos y de un contexto de política monetaria en transición, las principales clases de activos han mantenido un comportamiento positivo, con máximos históricos en renta variable, flujos elevados hacia activos de riesgo y una fuerte demanda de activos alternativos como el oro.
Las bolsas continúan en niveles muy altos, reflejando la confianza de los inversores en un escenario de crecimiento estable e inflación controlada.
Pese a este optimismo, la volatilidad transversal sigue siendo un rasgo distintivo de los mercados actuales. En los Estados Unidos, la preocupación gira en torno a las valoraciones elevadas y la sostenibilidad de la deuda pública, mientras que en Europa los focos de atención se concentran en la política fiscal expansiva y en su potencial para reactivar el crecimiento.