Cuando inviertes en activos denominados en otra divisa —un fondo global en dólares estadounidenses, acciones suizas o un bono corporativo chino— asumes dos riesgos: el riesgo propio del activo y el riesgo derivado de los movimientos entre esa divisa y el euro. Si el activo sube un 5% pero el euro se aprecia otro 5%, tu rentabilidad puede neutralizarse. Para cubrir el riesgo de divisa pueden emplearse diversas estrategias y herramientas financieras —instrumentos diseñados para neutralizar, total o parcialmente, los movimientos del tipo de cambio—. Las más frecuentes son:
- Contratos a plazo (forward) y futuros sobre divisas: permiten fijar hoy un tipo de cambio para una fecha futura concreta, protegiendo al inversor frente a movimientos del tipo de cambio. Estos contratos son la base de muchas coberturas institucionales.
- Opciones sobre divisas: se parecen a los contratos a plazo pero con una diferencia clave. En los forwards, el comprador tiene el derecho y la obligación de negociar al tipo fijado en el contrato. Con las opciones, el comprador tiene el derecho pero no la obligación, y puede elegir entre operar al tipo pactado o al tipo spot en el momento de la venta si le resulta más favorable. El comprador de estas opciones debe pagar una cantidad (“prima”) para obtener este derecho.
- Clases “hedged” de fondos o ETF: son vehículos en los que la gestora se compromete a mitigar o eliminar el riesgo de divisa. Los inversores que compran estas clases no asumen riesgo de tipo de cambio en su inversión.
- Otros tipos de cobertura de divisa existen y están más orientados a instituciones y profesionales del sector, como los swaps de divisas.