La llegada del verano y la relajación propia de las vacaciones son un terreno fértil para los delincuentes digitales. Según estudios recientes de organismos especializados, los ataques de phishing, smishing y vishing aumentan notablemente en julio y agosto, aprovechando que los usuarios revisan el correo o el móvil con menos atención.
Los fraudes más habituales giran en torno a los viajes. Los correos que suplantan aerolíneas o portales de reservas ofrecen falsos «check-in exprés» o cobros pendientes para asegurar la plaza. Una variante muy extendida es el anuncio de alojamientos inexistentes en portales de alquiler: la víctima paga una señal y solo descubre el engaño al llegar a destino. También proliferan SMS que aparentan ser de la empresa de mensajería que entrega el equipaje extraviado y llamadas de «soporte técnico» que, con prisas, intentan obtener códigos de verificación o datos bancarios.